lunes, 13 de abril de 2009

El Ciclón va derechito al paraíso.

Octubre de 2008, Vélez 0-San Lorenzo 1, novena fecha del Apertura. Todos conocemos el final de esta historia.

El colapso desde la fecha 11» a la 13», la recuperación sobre el final para llegar a la definición, la falta de liderazgo institucional para hacer respetar la regla número uno de un triangular (ganador de primer partido descansa el segundo y juega el último) y la derrota ante Boca lo dejaron sin ese Apertura que parecía sentenciado. En el medio quedó la negociación por los premios, que había empezado durante el pico de rendimiento. La discusión con los dirigentes se estiró y el equipo resignó la amplia ventaja. De ahí viene la acusación de mercenarios, reactivada tras la reciente derrota en México. Pero el vínculo virtuoso entre dirigentes, jugadores, hinchas y cuerpo técnico había terminado con el gol de Pochi Chávez. Ni el cambio de año ni la pretemporada ni el nuevo campeonato local ni la Copa Libertadores pudieron torcer ese destino de frustración.

La eliminación de la Copa y los pésimos resultados del año (nueve derrotas y siete expulsados en los últimos doce partidos oficiales) provocaron la implosión. Las graves lesiones de dos referencias, como Orión y Barrientos, apenas sirven de atenuantes.

En realidad, San Lorenzo había comenzado su proceso de autodestrucción mucho tiempo antes. Allá por julio de 2007, tras haber sido brillante campeón del Clausura con solamente dos refuerzos: Gata Fernández y Lobo Ledesma. Ramón Díaz, el único DT no designado por el presidente Savino, sabe elegir jugadores, armar equipos y convencerlos de su idea futbolística. Pero cuando gana, se cree Zeus y hace lo que quiere. Los dirigentes cometieron un gran error convalidando ese acto de nepotismo que fue contratar a sus hijos Michael y Emiliano. Nada fue igual en ese vestuario y lo peor llegó en plena disputa de la Copa durante otra inoportuna discusión por dinero. Ramón les pidió a los líderes del plantel que incluyeran en el reparto a los más chicos, en obvia solicitud por sus hijos. No hubo acuerdo. Tras quedarse afuera en Quito por un penal, Ramón se fue con su prole y disparó una frase: "Para salir campeón, deben irse algunos jugadores".

Gonzalo Bergessio transformó en inolvidable la noche del 8 de mayo de 2008 y nos olvidamos de que antes el Ciclón había hecho todo lo posible para regalarle la clasificación a River. Siete meses más tarde, el héroe se convirtió en villano y se hizo echar contra Boca en el desempate. San Lorenzo es uno de los tres equipos más importantes del país. La presencia de Marcelo Tinelli, en su cuerpo directivo y en los medios, le ha dado una impresionante cobertura diaria. Genera noticias y repercusiones a la par de Boca y River. Tiene el mejor plantel de la Argentina. Su público siempre lo acompaña. El escenario se había armado de tal manera que nunca se consideró la derrota un episodio posible. Cuando el equipo perdía, los jugadores se hacían expulsar insultando referís o pegando patadas, algunos hinchas le echaban la culpa a una conspiración periodística y sus dirigentes, como el intendente Viesca, hablaban de favores arbitrales para los rivales. Está claro que tuvo fallos perjudiciales. Pero los consideró la única causa de sus males. "Estamos molestando, por eso nos quieren voltear", era la letanía repetida por dirigentes, jugadores, entrenadores e hinchas.

San Lorenzo se ha olvidado de sus orígenes, de su esencia luchadora, de su rebeldía ante la adversidad. Ha perdido la humildad. Dejó de lado el espíritu de aquellos camboyanos modelo 88-89 y adoptó los vicios del nuevo rico. Ha incorporado jugadores compulsivamente pero sin capitalizarse. Todos los refuerzos llegaron a préstamo o gestionados por el grupo inversor. En julio de 2007, se sumaron Bilos, Menseguez, Chaco Torres y Aguirre. En enero de 2008, D´Alessandro, Placente y Bergessio. En junio de 2008, Ledesma, Barrientos y Solari. Y en este 2009, Bottinelli, Santana, Papu Gómez e Hilario Navarro. Los productos del club como Alvarado, Bianchi Arce y Voboril perdieron oportunidades. Otros, como Acevedo y Ortiz, debieron irse bien lejos. Al arquerito Centeno lo quemaron en dos partidos. Promesas como Montillo, Nanía o Peirone nunca se consolidaron. Hoy el hincha pide a los pibes. No tiene.

Desde que se fue Gabriel Rodríguez, las divisiones juveniles no le aportan al plantel de primera. Tinelli no seguirá vinculado con el fútbol profesional pero quiere dejar como legado la nueva pensión para los chicos. Alberto Fanesi se hizo cargo del fútbol amateur en julio de 2008. Promete, para mediados de 2009, 25 jugadores para que el entrenador de primera elija a gusto. Por ahora, no pudo resistirse a la tentación de dirigir a los mayores ante Vélez y aceptó que los dirigentes borraran a González, Bottinelli, Torres y Solari. Savino quería que dirigiera Batista, pero otros dirigentes le torcieron el brazo con la limpieza y la designación de Fanesi. El presidente sólo cuenta con Tinelli. El resto de la CD lo quiere bien lejos. Antes de definir al nuevo entrenador, San Lorenzo debe resolver su interna por el poder y la toma de decisiones. El último balance oficial 2007-2008 dejó una pérdida de casi 6.000.000 de pesos. El pasivo corriente se clavó en 48.000.000. Pero la Comisión Fiscalizadora, órgano del Club encargado de los controles internos, aconsejó su desaprobación en la próxima reunión de la Asamblea de Representantes. En su informe, denunció como práctica habitual los pagos sin comprobantes, con documentación informal o sin la autorización explícita de algún miembro de la Comisión Directiva. Según el dirigente opositor Ramiro Monner Sans, en diciembre de 2008 "apareció un préstamo de particulares por 1.854.000 pesos, pero no se detallaba quién lo había otorgado ni en qué condiciones".

El club no gastó en pases pero sí debe afrontar los altos contratos que firmaron los refuerzos. Con un déficit operativo mensual de 1.500.000, necesita vender por $ 18.000.000 para no terminar el año en rojo. El nivel de endeudamiento subió un 42%. Los números para 2009 vienen aún más complicados con un pasivo oficial estimado en 70.000.000 y 12.000.000 de pérdida. Los futbolistas propios (Méndez, Romeo, Silvera, Tula, González, Rivero) no le ofrecen buenos valores de mercado. La venta de Orión podría generarle ingresos, pero el arquero está lastimado con una larga recuperación por delante.

Como presidente del club, a Rafael Savino le cabe la máxima responsabilidad. Miguel Russo creyó que a este plantel podía conducirlo con su estilo amigable, exitoso en Vélez y en Boca. Quiso corregir los actos de indisciplina con diálogo y persuasión. Cuando la situación le exigió ser más estricto, ya nadie le creía. Los futbolistas discutieron de plata en el peor momento posible y se dejaron ver por las noches en los días y lugares más inoportunos. El armado y evitable episodio de Ezeiza, justo un Viernes Santo, es oprobioso para la historia del club. Representantes de la hinchada más original y creativa del país trataron a sus jugadores como si fueran delincuentes. No hay justificación posible para semejante atraso cultural. ¿Dónde está ese club que se recuperó de un descenso, la demolición del Gasómetro y quince años sin estadio propio con el compromiso y el amor de toda su gente?

Abril de 2009, San Lorenzo 0-Vélez 1, novena fecha del Clausura. El Ciclón va derechito al infierno. Nadie conoce el final de esta historia.

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