lunes, 13 de abril de 2009

La turba brama en ese coliseo del Bajo Flores.

No hay gladiadores en la arena, sino un equipo de fútbol, San Lorenzo, hincado, derrumbado. El abucheo se vuelve un molesto zumbido y los pulgares apuntan para abajo. La sentencia es conocida: la relación entre los jugadores y la gente está quebrada. No queda ni un ínfimo punto de conexión.

Hay una hinchada en pie de guerra . Nadie se acuerda cuándo un plantel fue tan insultado incluso antes de que comience el partido. Aunque, la verdad, se esperaba una caldera después del escrache que unos 100 hinchas le hicieron al plantel en el aeropuerto de Ezeiza, el viernes pasado, tras la eliminación en la Copa Libertadores. Y ayer, ya sin el DT Miguel Angel Russo, que renunció tras la caída frente a San Luis Potosí por 2-0, en México, la mira les apuntó a los jugadores entre cánticos hirientes y muchas banderas. Llamativamente, salvo por algún cartel, no hubo protestas a viva voz para los dirigentes.

El clima enrarecido tensó los músculos. La seguridad se redobló por cada rincón. El ómnibus que llevó a San Lorenzo ingresó sin inconvenientes, pero tanta custodia describió el verdadero estado de las cosas; al paso, un grupo les mostró billetes a los jugadores; también se vieron dólares de cotillón con la cara de... Andrés Silvera. Una vista panorámica de las tribunas entregó las primeras muestras. " Jugadores: no se merecen ni el insulto ", " Russo, jugadores y CD [comisión directiva]: nosotros damos todo y U ds. nada"; acaso la más elocuente fue esa tela blanca, algo raída, con letras negras: " Carasucias 64, Matadores 68, Mercenarios 09 ".

Y justo el destino le puso enfrente a Vélez, con sus mofas, en una especie de clásico contemporáneo, y, como si eso fuera poco, con el recuerdo fresco de los incidentes que provocaron la muerte del hincha del conjunto de Liniers Emmanuel Alvarez, el 15 de marzo de 2008. Todo junto. Al unísono, los de Vélez arremetieron con sus burlas, algunas remeras con la bandera japonesa y los cánticos que hicieron referencia a que ellos ganaron la Copa Libertadores y San Lorenzo, no. " Tenés 1 Bianchi, 1 Navarro y 1 Champagne, pero ¿dónde tenés las copas ?" o " Tu sueño es volver a Boedo, el mío es volver a Japón ", se leyó.

La efervescencia del ingreso de los equipos duró un suspiro, hasta que dieron los primeros pases. Transcurrieron unos pocos segundos y la popular se enardeció. " A ver si ponen h... que no juegan con nadie. " Enseguida, buscaron el blanco predilecto: Silvera, silbado e insultado cada vez que tocó la pelota. Y otra vez la música lastimó los oídos: " Ahí están los mercenarios que jugaron para atrás... ". El pedido fue uno: que se vayan todos y que jueguen "los pibes". Ningún otro.

Los hinchas también se acordaron de Adrián González, marginado para el partido, y el fastidio con Diego Rivero se extendió por cada sector; sobre todo, cuando el mediocampista se retiró cubierto por silbidos y, en forma alternada, sin mirar a nadie o, acaso viendo a todos, se tapó los oídos. La gente quedó en ebullición. El único que se salvó fue Hilario Navarro, con menos de un mes en el club, y a la par cayó Agustín Orion, lesionado. " Quedate Hilario, andate Orion ".

La derrota es inevitable. Es curioso, muy curioso, cómo la vergüenza y la bronca despiertan el sentimiento por los colores. " Dale Matador... dale Matador. " El aliento rabioso fluye, se expande, es como un ventarrón, hasta que los jugadores saludan y... otra vez la protesta feroz. La salida fue con calma. Eso sí: ni se miraron a los ojos. Hinchas y jugadores. Espalda con espalda, aquel viejo amor se desvaneció.
Dixit

"No estuvimos a la altura en la Copa, pero no somos asesinos ni matamos a nadie. Tratamos de hacer nuestro trabajo de la mejor forma. Entiendo la calentura, pero la gente se pasó en Ezeiza: no estuvo bien"
Gonzalo Bergessio

"Lo de la gente nos afecta. Claro que es muy complicado jugar con un clima así"
Alejandro Gomez

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